
Que asco de verano, que asco de calor.
Me gusta el cine antiguo, ese del Hollywood de los 40. Con esos actores que hicieron soñar a tanta gente, ese duro baquero Wayne mirando con indiferencia a todos los cobardes del saloon, Stewart demostrando a los cuatro vientos que la vida merece la pena, la dulce y melancólica voz de tu vecina Audry... Con esos inmensos decorados, sabiendo que la calle por la que pasea Charlot no existe, pero parece tan real... La música, esas notas que te metían de lleno en esos mundos imposibles, cómo fluía Mancini en las salas oscuras... O ese doctor, creado magistralmente por Wilder-Diamond, que tiene a su vecino por un juerguista...
Y ahora qué tenemos... esto parece una granja llevada por lobos, que les dicen a cuatro ovejas como guiar a todo el rebaño. Dónde están los secundarios inolvidables, esos diálogos que te pegan una bofetada nada más escucharlos, esa tranquilidad por conducir la historia a su debido ritmo...
No digo que hoy en día no se hagan buenas películas, o haya buenos maestros, fíjense en los Coen, pero sí creo que el listón está más bajo. Claro que se siguen haciendo obras maestras, pero comparando el número de películas que se hacían antiguamente en todo el mundo con las de hoy en día, debería haber una mayor calidad.
Con pocas películas contemporáneas disfruto como con las de antaño, pero no pierdo la esperanza, sí existe gente como Lasseter que me hace desear el próximo estreno con sello Pixar, o el tan denostado en nuestro país y querido más haya de nuestras fronteras Almodóvar, aunque no me parezcan todas sus películas obras maestras, si tienen ese toque de maestro.
Y lo mejor de todo y para todos es que tenemos una gran selección de grandes películas en esos poco más del siglo que tiene este gran arte.
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