
Acabo de ver “La cruz de hierro” dirigida en 1977 por Sam Peckinpah. Trata las anécdotas de una serie de soldados nazis en la segunda guerra mundial. Pero aunque sea una película bélica, la acción en el frente de batalla o los grandes ataques con explosiones y balas rozándote la cabeza, están en segundo plano. Lo importante son los personajes, sus vidas y aspiraciones, sus deseos o miedos...
Aunque hay escenas que no están bien construidas (fíjese en las mujeres rusas, que empiezan un ataque, pero inexplicablemente no lo culminan), el conjunto de la película me parece brillante, ya que hablar tan claramente de los sentimientos humanos, de dejar atrás la tontería de los héroes que tanto nos ha acostumbrado Hollywood, que lo único en lo que piensa un soldado-hombre, es en volver a su casa con sus seres queridos. La guerra está bien para verla desde casa, o dirigirla desde un despacho, pero en las trincheras no se piensa en heroicidades... Cuenta la absurda ambición por encima de cualquier cosa, incluido matar a tu compañero, de conseguir estúpidas medallas, que con el tiempo criarán polvo en un cajón, pero que casi siempre en las guerras donde se consiguen estas, han muerto seres humanos, de un bando o de otro, para conseguirlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario