En esta vida cada uno es libre de hacer lo que quiera, y
aunque en esto hay matices, existen personas que en su vida laboral son más
libres que otras. Por ejemplo de libertad absoluta: Steven Spielberg.
Hace meses declaró que ahora mismo le apetece hacer películas
para niños… y es lo que hace. La lamentable continuación de Indiana Jones fue
un duro mazazo para todos los seguidores de esta saga. Y es que uno no se explica
como alguien que viene de dirigir “La guerra de los mundos” y “Munich” se meta
en tal agujero sin fondo, en un despropósito ideado por George Lucas, ese
hombre de dos películas (“American Graffiti” y
“La guerra de las galaxias” –“THX 1138” no he tenido la oportunidad de verla-) y
una carrera plagada de sucedáneos las galaxias, que en los últimos años no ha
crecido intelectualmente, véase “La amenaza fantasma”.
En la trayectoria de Spielberg se ve una evolución, digamos “de
niño a hombre”: de “Encuentros en la tercera fase” a “El color púrpura” cayendo
en “Hook (El capitán Garfio)” para levantarse en “La lista de Schindler”, y
madurando más tarde. Dejando películas de evasión por el camino como “La Terminal”
pero… ¿Recayendo en ese aburrido y desconocido Indiana?
Ahora estrena “su” Tintín, que sin haberla visto, y sin
ganas de hacerlo, parece ser que vuelve a su cine de evasión, palomitas y
refresco.
Tiene pendiente de estreno “War Horse (Caballo de batalla)” que
tiene toda la pinta de ser más de lo mismo, dirigida al público pequeño. En 2012
viene “Lincoln” y la pregunta es fácil ¿de qué Spielberg se tratará? Esperemos que
sea ese de “Inteligencia artificial” donde la importancia de la dramatización de
la historia y sus personajes se imponía a la supremacía del dinero fácil.

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